Milei se hizo famoso por su prédica anarco-capitalista contra el Estado. Pero su compañera de fórmula Villaruel reivindica la intervención estatal más cruel de la última dictadura. La fórmula Bullrich-Melconian también defiende el ejército en las calles y la libertad del mercado. Esa aparente contradicción desnuda la apariencia liberal y la esencia antidemocrática de ambas coaliciones.
Las propuestas explícitas para la educación, la Universidad y la investigación científica son escasas pero preocupantes. Recuerdan al Cavallo que mandó a lavar los platos a una de las científicas sociales más relevantes de la Argentina en 1994. Al López Murphy que pretendió recortar 300 millones de pesos=dólares al presupuesto universitario. Si hoy la Universidad es gratuita y sigue el Conicet es por las luchas desplegadas por docentes, estudiantes y la comunidad entera.
En la película “El Conde”, Pinochet es un vampiro de 200 años, asesino y ladrón, y continúa vivo. En Argentina tuvimos nuestro Conde Videla. Parece también continuar vivo en la reivindicación que hace la candidata Villaruel. O en Bullrich que propone “terminar para siempre con el kirchnerismo”. Acabar con el caos, sindicalistas y piqueteros; imponer el orden económico liberal de grandes empresarios. No podemos esperar que el mercado o el estado resuelvan nuestros problemas, sino el protagonismo popular. La democracia no puede degradarse a emitir un voto.