27 de septiembre, 2016 22:31
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Educación Hoy, ciclo de la Fundación Lúminis que se emite los martes a las 22 por Radio Concepto (FM 95.5), dialogó con la profesora de letras y magister en análisis del discurso, Silvina Marsimián, quien se refirió a la relación entre la literatura y la formación docente. “Los docentes necesitan espacios donde ellos puedan conocerse y compartir lo que leen. Deben hacer un paréntesis en los elementos rutinarios que la actividad docente conlleva, para pensarse a sí mismos como lectores. Deben tratar a los chicos en su relación con los libros de la misma forma que a ellos les gusta leer”. “Hay que recuperar la vitalidad con la literatura y el lazo afectivo en relación con los libros. Eso implica poner todo el cuerpo, no solamente el intelecto. Porque los docentes están formados en una línea más bien racionalista y muchas veces pierden el diálogo directo con los textos. En la medida que el docente sea un lector apasionado va a encontrar una vía que contagie a los chicos, porque a ellos los contagia el entusiasmo, el interés y la curiosidad. A veces en el aula, teniendo como fin la evaluación, se pierden esos aspectos que se vinculan con la imaginación”. Leer más
Educación Hoy, ciclo de la Fundación Lúminis que se emite los martes a las 22 por Radio Concepto (FM 95.5), dialogó con la profesora de letras y magister en análisis del discurso, Silvina Marsimián, quien se refirió a la relación entre la literatura y la formación docente. “Los docentes necesitan espacios donde ellos puedan conocerse y compartir lo que leen. Deben hacer un paréntesis en los elementos rutinarios que la actividad docente conlleva, para pensarse a sí mismos como lectores. Deben tratar a los chicos en su relación con los libros de la misma forma que a ellos les gusta leer”. “Hay que recuperar la vitalidad con la literatura y el lazo afectivo en relación con los libros. Eso implica poner todo el cuerpo, no solamente el intelecto. Porque los docentes están formados en una línea más bien racionalista y muchas veces pierden el diálogo directo con los textos. En la medida que el docente sea un lector apasionado va a encontrar una vía que contagie a los chicos, porque a ellos los contagia el entusiasmo, el interés y la curiosidad. A veces en el aula, teniendo como fin la evaluación, se pierden esos aspectos que se vinculan con la imaginación”.