En el último álbum de Jake Lazovick existe un gran mix de géneros, donde caminan el funk, el rap o el rock. Pero él mismo diría que lo que quiere es redescubrir el pop. "No tengo los fondos de Lady Gaga, pero lo voy a intentar”. Tal vez sea muy dificil pensar en Lady Gaga después de escuchar a Lazovick, o como se hace llamar en estos últimos proyectos, “Sitcom”.

A principios de los años 90s el hip hop estaba en plena evolución. En la costa oeste de EEUU, un grupo de raperos tuvo la brillante idea de experimentar con los sonidos que décadas atrás habían cambiado el rumbo del funk. Sobre agudas bases de sintetizadores tomadas de los discos de Parliament y Funkadelic, volcaban sus líricas marginales y de temática pandillera. Esto hizo que, casi sin quererlo, marcaran el inicio de una de las corrientes más populares dentro del género. La fusión de esa psicodelia funky típica del colectivo liderado por George Clinton, junto con el característico Gansta Rap de la West Coast, dió como resultado un estilo totalmente innovador e irresistible. Estaba gestándose, ni más ni menos, que el comienzo de la era G-FUNK.

Desde la década de los 60's, el músico y productor estadounidense George Clinton se encargó de reunir a un gran grupo de artistas, conformando así un colectivo que revolucionaría para siempre las bases del funk. Tal es la importancia de Parliament y Funkadelic en el mundo de la música, que incluso décadas más tarde seguirían influenciando a otros estilos como el hip-hop.

Hay bandas que, en lugar de intentar pertenecer o ser englobadas dentro de un género musical específico, prefieren definir su sonido usando conceptos creados por ellas mismas. Si bien podría hablarse sencillamente de "música de fusión", en Argentina se da un fenómeno curioso con varios grupos, por lo general del interior, que deciden hacer estas mezclas de ritmos.

Analizamos el disco debut de esta gran banda nacional, pionera en la mezcla de estilos. Grabado en el año 1969, contemporáneo a otros pilares del género como Donovan, Bob Dylan o The Byrds, el álbum propone una búsqueda experimental que suena a zapada eterna, y en la que se incluyen charangos, quenas y sikus entre guitarras eléctricas con wah-wah y baterías potentes.